La emoción a flor de piel

Inolvidable presentación de “La niña que miraba los trenes partir”

La presentación de “La niña que miraba los trenes partir” superó todas las expectativas. No sólo porque la Sala Delmira Agustini del Teatro Solís se desbordó, sino porque el espíritu del libro impregnó el ambiente e impactó emocionalmente en los asistentes.
Entre el público asistente se encontraban altas autoridades nacionales y una nutrida concurrencia perteneciente a la comunidad judía; que se sintieron convocados por los temas de profunda raíz humana que protagonizan el libro.
Charlotte Grunberg -la niña que miraba los trenes partir-, es una mujer “sensible, inteligente y valiente”, en palabras de Ruperto Long, pero   también es la demostración de que la vida es posible contra todos los pronósticos, a pesar de haber sufrido las más terribles ignominias.
El evento fue emotivo. La presencia y las palabras de Charlotte, de Ruperto Long, de Hugo Burel. La música del Maestro Alberto Magnone y los temas cantados por Lea Bensasson fueron construyendo un espacio casi místico en el que se compartieron vivencias, pero sobre todo, se rescató el valor de la vida.
El evento finalizó con la interpretación Libertango, de Horacio Ferrer y Astor Piazolla.
Para Ruperto Long hay un antes y un después de “La niña que miraba los trenes partir”. Para Hugo Burel, es un libro “urgente y pertinente para el presente”. En su opinión, “una vez que se ingresa en la lectura, lo primero que provoca admiración” es “el sentido de lo épico que se conjuga con una mirada de lo mínimo y cotidiano. El gran fresco sobre la II Guerra Mundial que en Uruguay, hasta donde yo sé, no se había intentado realizar desde la literatura”.

"La niña que miraba los trenes partir"