Ruperto Long: Israel se ubica muy cerca del corazón de los protagonistas y del autor

por Ana Jerozolimski / Publicado el 10 de Julio de 2022

Conversando sobre la presentación de «La niña que miraba los trenes partir», en hebreo


Aunque la semana pasada publicamos una corta entrevista con Ruperto Long realizada un rato después de la presentación de “La niña que miraba los trenes partir” en hebreo en la editorial “Tésha Neshamót” de Uriel Kon, le pedimos que ya con un poco más de tiempo, de regreso en Montevideo, responda a algunas preguntas más. Esta fue el diálogo mantenido.

P: Aunque ya hemos compartido con los lectores algo de tu sentir con la presentación del libro, ahora que ya no estás en Israel, habiendo transcurrido unos días y quizás decantado emociones… ¿cómo resumirías lo que significó presentar “La niña que miraba los trenes partir” en hebreo en Israel? Recordemos que ya ha sido traducido a varios idiomas y ha sido presentado en no pocos países… Entonces ¿dónde se ubica Israel?

R: Israel se ubica muy cerca del corazón de los protagonistas y del autor. Por eso siempre sentimos, desde que se comenzó a hablar de la traducción al hebreo, que la publicación en Israel le agregaría una dimensión especial, única. La inmensa mayoría de los lectores israelíes son personas que han vivido en sus familias historias similares. Que se puedan ver representados en el libro, para mí es algo muy conmovedor. Y en ese sentido me ha sorprendido gratamente, en los días vividos en Tel Aviv, cuántas personas que habían leído el libro en otros idiomas se me acercaron y me dijeron que los había emocionado. Eso me llegó mucho. Les estoy profundamente agradecido. Y tengo la ilusión que quienes lo lean de ahora en más sientan lo mismo.

P: Charlotte Grunberg, “la niña” estuvo presente junto a su familia a través de zoom, siguiendo todo junto a ti. Y creo que era muy emocionante que su sobrino Michel, hijo de su hermano mayor Raymond que también se había escondido en roperos para salvarse, haya estado en las presentaciones. Siempre pensé que la descendencia de los sobrevivientes, el que hayan podido formar familias después del horror, es la mejor venganza contra los nazis, aunque no me gusta nunca el término. ¿Cómo ves esta dimensión?

R: Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la oscuridad.
Charlotte continúa con su enorme vitalidad, siempre con nuevos proyectos e ilusiones. Un ejemplo de vida. Muchas personas en Uruguay ahora la llaman “La niña”, y eso de algún modo refleja esa extraordinaria cualidad que ella posee sobremanera, lo que el Maestro Luis Barragán llamaba “el arte de mirar con inocencia”. Raymond, quien partió no hace tanto y al que tuve el gusto de conocer, también era un ser lleno de vida. Ambos formaron bellas familias, al igual que sus hijos, personas queridas y respetadas. ¿Es posible imaginar una respuesta más contundente, más definitiva, a quienes predicaban el desprecio y auguraban la inminencia de una “solución final”? A quienes, por otra parte, hoy solo se los recuerda como arquetipos de la barbarie y del mal.

Homenaje a los voluntarios uruguayos

P: Como bien destacó Uriel Kon, el editor, una singularidad del libro es que polifónico, combina varias historias y voces a la vez…Y lo emocionante es cuando se entrelazan. Yo quisiera detenernos en la historia del voluntario uruguayo Domingo López Delgado a quien conociste y el rol que cumplió en la lucha contra los nazis. ¿Qué podés contar? Y quizás cosas que no salieron en el libro.

Domingo López Delgado, un valiente uruguayo que luchó por la libertad, contra los nazis

R: Domingo López Delgado era un hombre de leyenda, a quien conocí cuando tenía 96 años y una memoria prodigiosa. De su mano viajé en el espacio y en el tiempo hasta el norte de África, al pleno corazón del Sahara, y a las batallas de Bir Hakeim y El Alamein, verdaderos puntos de inflexión de la Segunda Guerra. Gracias a sus relatos conocí al legendario comandante georgiano de la Legión Extranjera Dimitri Amilakvari. Y aún recuerdo bien la emoción de su hija, Thamara Amilakvari, cuando en París le leí las memorias de Domingo donde decía: “para nosotros fue como un padre”.

También supe que junto con ellos estaba la única mujer que ha integrado la Legión Extranjera a lo largo de la historia, la mítica británica Susan Travers. Y del alboroto que se generaba entre los combatientes latinoamericanos cada vez que Susan se paseaba por el campamento… Claro que para contarme esto último aguardaba a que su esposa Tona, de 92 años, fuera a buscarnos un tecito a la cocina y quedáramos solos.  

P: Qué anécdota…sabía que también a los 92 años ella se podía poner celosa. Hermoso. ¿Cómo fue tu investigación del tema de los voluntarios uruguayos? ¿Qué aprendiste que puedas compartir con los lectores?

R: Aprendí que las ansias de libertad no conocen fronteras. Y sentí orgullo al ver compatriotas, de los orígenes más diversos, que en el momento más difícil de la guerra, cuando las victorias eran todas de un solo lado, decidieron cruzar el océano y enrolarse junto a ingleses y franceses para defender valores en los que creían, arriesgando sus vidas para frenar el totalitarismo que arreciaba en el mundo.    

P: ¿Y dónde se conectaron sus historias con las de la tierra de Israel? 

R: Es que cuando uno se sumerge en las investigaciones, muchas veces descubre hechos increíbles. El batallón de la Legión Extranjera que integraba Domingo López Delgado -así como varios otros uruguayos y latinoamericanos-, combatió ni más ni menos que en el sitio de Bir Hakeim a pocos metros de la Brigada Judía comandada por el mayor Félix Liebmann, de Tel Aviv. Ocasión que algunos sostienen que fue la primera vez que ondeó la bandera con la estrella de David en un campo de batalla.

Y fue ese mismo batallón de la Legión que, luego de desembarcar en Francia por el sur, cerca de Marsella, liberó de los nazis numerosos pueblitos de montaña, sobre todo en el Macizo de la Chartreuse, rescatando muchas personas de origen judío escondidas allí.   

Historias personales que se juntan

P: Impresionante cómo confluyen las emociones a puntos simbólicos en la historia…Ruperto, todo esto empezó con la historia de Charlotte, pero luego se fueron agregando las otras. ¿Cómo se maniobra entre el personaje que te inspiró a escribir y las otras historias que fuiste conociendo? ¿En algún momento creíste que el hilo central tendría que cambiar?

R: No, nunca tuve dudas que la historia central nacía de esa niña, Charlotte, un nombre perfumado de enigmas, una historia casi perdida en la voracidad de la guerra. Y, sin embargo, una historia llena de luz, de vida, de sueños, de emociones, de circunstancias casi increíbles… si no fuera porque son ciertas.

Pero es verdad que su tío Alter, el voluntario Domingo, el comandante Dimitri, y muchos otros personajes, le aportan a la historia la necesaria diversidad y complejidad, de un tiempo que no puede reducirse a una historia lineal, que no puede escribirse en blanco y negro, que requiere muchos matices de variados colores.  

A modo de resumen

P: ¿Es muy simplista preguntarte qué es lo que más te ha emocionado de todo esto, desde la investigación, publicación y luego las presentaciones del libro?

R: Muchas cosas, por supuesto. No es sencilla la respuesta. Y frente a esta pregunta no quiero dejar de mencionar la sensibilidad y el compromiso demostrado por el Embajador de Uruguay en Israel Bernardo Greiver con este proyecto en Israel.

Pero si debo destacar algo, diría que lo que más me emociona es cuando llego a un lugar, digamos el Ateneo de Venezia, o una universidad en Tegucigalpa, o el Centro Sefarad en Madrid, o una librería de Quito, o una sinagoga en Miami, o una librería en pleno Tel Aviv, un liceo en Carmelo o una biblioteca en Villa Rodríguez, y así podríamos seguir, y alguien -a quien no conozco- me estrecha en un abrazo y me cuenta todo lo que sintió al leer el libro. ¿Cómo no emocionarse? En esos casos, como dice el tango, “se me pianta un lagrimón” …

P:  Y a los lectores, esta periodista incluida, se les piantó varios con la lectura. ¿Algo te ha sorprendido?

R: La fuerza de la literatura para comunicarnos, de corazón a corazón, por encima de barreras geográficas, culturales, idiomáticas o religiosas. Una cosa es decirlo, y otra vivirlo en carne propia. Quizás sea una manera de confirmar, una vez más, que entre seres humanos solo cabe la tolerancia y el respeto por los demás.   

P: ¿Fue muy distinto venir a Israel para algo así, tras 13 viajes como figura pública amiga de Israel?

R: ¡Por supuesto que sí, fue muy distinto! En mis viajes anteriores fui conducido por mis convicciones y valores, que me llevan a admirar la historia de Israel, o por mi afán de aprender de un país que -en muchos aspectos- considero debe ser un referente para nosotros. En esta ocasión fui conducido por la emoción. Por historias que nos conmueven y nos acercan. Y que mi relato de algunos de estos hechos sea valorado en Israel -al punto de ser traducido y publicado en hebreo-, precisamente por quienes fueron protagonistas centrales de estas y otras historias similares, es un tremendo sacudón emocional. Y un inmenso honor.

P: Ruperto queridísimo, gracias por esta nueva entrevista, por toda la emoción y seriedad que pusiste en este libro que tanto ha significado para tanta gente. Pienso leerlo nuevamente, esta vez en hebreo. Seguro será otra forma singular de revivir la historia de la niña y de todos aquellos que se entrelazaron con la suya. Y que sigas cosechando éxitos con historias que tocan el corazón.

R: Gracias a ti de corazón.


Fuente: Semanario Hebreo JAI

Entrevista a Charlotte Grünberg; protagonista de «La niña que miraba los trenes partir»

«Tuvo más que suerte que varios millones, logró salvarse junto a su familia, mientras la Shoá diezmaba a los suyos. La huida comienza en Bélgica, pasa por Francia y termina en Uruguay. Ese peregrinaje de privaciones, ese vivir escondida en un ropero, de sentir el olor del miedo y de la muerte, del hambre, transcurre paralelo al amor y a los deseos de vivir. Lo cuenta en el libro «La niña que miraba los trenes partir», escrito por Ruperto Long, escritor y político uruguayo».

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Cuatro historias de supervivencia en los años cuarenta, en pleno conflicto bélico global. Cuatro relatos entrecruzados que el escritor Ruperto Long construye en torno a otros tantos personajes tan reales como el horror de la guerra, contenidos en «La niña que miraba los trenes partir» (Suma de Letras. Penguin Random House Grupo Editorial).

Long, literato, ingeniero y político, presentó su nueva obra este lunes, 20 de mayo, en la Casa de Colón. Lo hizo acompañado de Rina Iocca, Cónsul General de Uruguay, y Ángel Luis Pérez Quintero, representante del Instituto Encuentro Canarias-Israel. «Es sorprendente lo que nos fijamos en nuestras diferencias: lo que queda en mi libro es, sin embargo, lo mucho que nos parecemos todos», apuntó.

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